Hasta hace
unos días, Primus nunca había tocado en la Ciudad de México. Más de veinte años
pasaron para que esta banda californiana se diera una vuelta por Changotitlán.
Tres fechas completamente vendidas en el Auditorio Blackberry. La siguiente es
la crónica de lo que pasó en el segundo concierto, el 12 de marzo.
Lo primero
que llamó mi atención al llegar al lugar del concierto fue la pinta de la
concurrencia. En su mayoría los asistentes rondaban los treinta años, como
mínimo. Además, muchos de ellos tenían un look estilo Duck Dynasty, ya saben,
gorra de camionero y barbas como de náufrago. Por si fuera poco, no tenían cara
de muchos amigos, por lo que no pude evitar pensar que en cualquier momento
iban a comenzar los empujones, forcejeos y huesos rotos.
Las luces se
apagaron poco después de las nueve de la noche, el show estaba por comenzar.
Por fin todos podríamos ser testigos del virtuosismo de Les Claypool y saborear
algunos de los acordes más originales, densos y poco digeribles de la industria
musical. Verlo tocar el bajo es una experiencia hipnótica y surreal. Hasta el día
de hoy me cuesta trabajo comprender cómo le hace para obtener sonidos tan poco
convencionales. Sus dedos se mueven de forma tan rápida que por momentos parece
tener otro par de brazos. Bajo de cuatro cuerdas, seis, contrabajo eléctrico,
el domina todo. Su semblante es tremendamente relajado cuando toca y sin embargo
nos entrega sonidos veloces, complejos y ricos en texturas.
Si bien Les
Claypool es un espectáculo por sí solo, el resto de la banda también es
tremendamente buena. Jay Lane toca una batería imponente a la vista, llena de
tambores y platillos a los que les exprime hasta la última gota. La forma en
que aporrea lo que está a su alcance sólo puede ser descrito como furia animal.
Por otro lado, Larry LaLonde es un digno heredero de la tradición grunge y sus
requintos son un excelente complemento al trabajo del bajo.
Algo que
llamó poderosamente mi atención fue que la iluminación fue bastante discreta.
De hecho, no había proyectores apuntando directamente a los integrantes de la
banda. Toda la luz que les pegaba era más bien indirecta. Esto parece tener una
razón de ser. A falta de iluminación, la vista del espectador tendía a buscar la
pantalla colocada al fondo del escenario, entre dos muñecos inflables que
representaban al astronauta Buzz Aldrin. Cada canción tenía visuales
específicos que complementaban lo que estaban tocando. Las imágenes, generalmente
raras, tendían a repetirse una y otra vez, como si fuesen un disco rayado. En
definitiva, se nota que el concierto fue cuidadosamente planeado para adentrar
a los asistentes a un mundo como sacado de una pesadilla de Lewis Carrol.
¿Y cómo
respondió la gente? Gritos, silbidos y aplausos retumbaban cada vez que Primus
terminaba una canción. Adicionalmente, se armó el slam y el body surfing en
canciones como “Jerry Was a Race Car Driver”, “Mr. Krinkle”, “Wynona’s Big
Brown Beaver” y “Tommy the Cat”. Afortunadamente todos mis huesos siguen
completos y en su lugar (aunque no creo que estén especialmente interesados en
este detalle, pero en fin). Personalmente, "Jilly's on Smack" fue una de mis canciones favoritas.
La duración
total del concierto fue de cerca de tres horas, que incluyeron un intermedio de
poco más de 20 minutos donde pasaron tres caricaturas de Popeye. La lista
completa de las canciones, así como algunos videos (con un audio no muy bueno) de lo que tocaron la pueden
encontrar aquí abajo.
Set 1
1. To Defy the Laws of Tradition
2. Last Salmon Man
3. Duchess and the Proverbial Mind
Spread
4. Southbound Pachyderm
5. Over the Falls
6. Lee Van Cleef
7. Bob
8. Del Davis Tree Farm
9. Jerry Was a Race Car Driver
Set 2
10. Spagetti Western
11. Frankenstein (The Edgar Winter
Group cover)
12. The Pressman
13. Jilly’s on Smack
14. Mr. Krinkle
15. Eyes of the Squirrel
16. Dirty Drowning Man
17. Wynona’s Big Brown Beaver
18. Tommy the Cat
Encore
19. Electric Funeral (Black Sabath
cover)
No dejen de rockear y de patear traseros.
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