Hace algunas
semanas me encontraba en una reunión familiar. Estaba mi abuela, mis tíos, mis
primos y hasta mis sobrinos (quienes no pararon de dar vueltas por la casa hasta
que a sus papás se les ocurrió apaciguarlos con el hipnótico efecto de ‘Dora la exploradora’). La comida era buena y la compañía también. Y es que, a
diferencia de algunas personas que conozco, yo disfruto mucho de la compañía de
mi familia.
El único
pero de la tarde fue la música. Fueron horas de escuchar el pop más comercial y
cursi que uno puede imaginar. Traté de ser estoico y aguantar la tortura, esperanzado
que en algún momento el mal trago tenía que pasar y esfumarse. Pero las
canciones surgían de las bocinas como espectros agolpándose por salir del inframundo.
Como ratas de alcantarilla en busca de comida mientras esparcen su inmundicia. Como
fans de Justin Bieber saliendo de un concierto, aullando sus canciones entra
agudos gritos de histeria. Atormentándome sin cesar con ese sonido infernal. Nosferatus
tratando de succionar mi vida y mi alma. Hordas de zombis devorando cerebros y convirtiendo
individuos en una mancha anónima sin voluntad.
Igual que en
las películas de terror busqué escabullirme. Afortunadamente encontré refugio
en la televisión y ‘Dora la exploradora’ salvó mi vida por un tiempo. Pero en
cuanto se acabó el DVD no tuve más a dónde ir. Así que no me quedó más remedio
que enfrentarme a las fuerzas malignas que me amenazaban. Fue en este preciso
instante que propuse que cambian la música. Sólo pedí que pusieran una canción
que me gustase. Con una me bastaba. Para mi sorpresa, el DJ (mi tío), aceptó.
Voy a
escoger una canción que le va a gustar a todos –pensaba para mis adentros–. Después
de esto me van a admirar por mi buen gusto. Les voy a demostrar que hay un
mundo que vale la pena ser escuchado. No tienen que seguir siendo escuchas
pasivos ¡Sacúdanse ese estado comatoso!
Al parecer
mi elección fue muy pesada para sus estándares. Apenas había pasado poco más de
un minuto cuando pararon la canción y regresaron a la programación habitual.
Según yo, mi elección era bastante digerible. Es más, si me apuran hasta la
podría calificar de fresa.
The
Creepshow “The Garden”
The Creepshow
es una banda canadiense de psychobilly (mezcla entre punk y rockabily) que del
2005, año en que se formó, a la fecha, ha sacado tres discos. “The Garden” es
parte de su primera producción, ‘Sell Your Soul’. La cadencia de la guitarra y acento
country de la canción la hace sonar melancólica y alegre al mismo tiempo (no me
digan que no se la pasaron golpeteando la mesa con sus dedos marcando el tempo).
Por otro lado, siempre es atractivo escuchar la sensual voz de una bella dama que
te suplica ‘don’t you go now’... Mi punto es ¿cómo es posible que a alguien no
le guste esta canción?
En fin, no
quiero ni imaginar lo que hubiera pasado de haber puesto la siguiente canción.
The Creepshow “Zombies Ate Her
Brain”
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