miércoles, 26 de diciembre de 2012

Una reflexión navideña


La Navidad es una época de alegría, olvidarse de los problemas, reconciliarse y reencontrarse con seres queridos (y uno que otro no muy estimado). Es un momento donde renovamos la esperanza y recibimos recompensas. Un momento muy importante en este ritual anual es justamente el intercambio de regalos.

Es increíble lo que puede pasar una vez que quitamos el moño, arrancamos la envoltura o destrozamos la caja. Es un momento lleno de nerviosismo y expectación que en cierta forma se asemeja a lo que se vive en el futbol cuando nuestro equipo favorito juega un partido muy importante y el marcador se define en la temida tanda de penales. La gloria eterna o la desgracia total se define en un instante y no hay nada que podamos hacer. Cuando ganamos no podemos evitar brincar de alegría, presumirles a todos nuestro triunfo y querer abrazar a nuestros compinches. Pero si perdemos queremos escondernos debajo de las piedras, aunque sabemos que en algún momento tendremos que enfrentar a nuestro enemigo, tragarnos el orgullo y poner nuestra mejor cara (aunque por dentro estemos ardiendo de ira).

Hace poco escuché una canción que me recordó esta problemática. El autor de esta belleza es el canadiense Dan Mangan. Además que su lírica es extraordinariamente introspectiva y acertada, cada uno de sus acordes es poderoso, envolvente y adictivo.

Dan Mangan “We Want To Be Pleasantly Surprised, Not Expectedly Let Down”

Ahora que lo pienso, esta canción también puede ser aplicable a nuestra clase política, legisladores, gobernantes y demás servidores públicos.

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