La espera
terminó el sábado 13 de octubre con el inició del Corona Capital, posiblemente
el festival más grande de su tipo que se ha organizado en México. Desde
temprano yo ya tenía todo preparado: tenis a prueba de pisotones, efectivo para
comprar comida y recuerdos, bloqueador del 110 para no terminar como camarón y,
lo más importante, la lista con los horarios de los grupos que quería ver.
Eran cerca
de las 12:00 y como no tenía nada más importante que hacer en casa decidí salir
al Autódromo Hermanos Rodríguez (lugar donde se realizaría el evento) antes de
lo originalmente planeado. No me tomó mucho tiempo llegar al lugar, lo cual
ayudó a que alcanzara a ver al grupo que abrió escenario principal (Corona).
Nunca en mi
vida había escuchado a Los Plastics Revolution, pero debo decir que resultó
una grata sorpresa y pusieron de buen humor a la poca concurrencia que hasta
ese momento nos encontrábamos en el lugar.
Después me
trasladé al escenario Capital para ver a La Habitación Roja, el primer grupo
en mi lista de lo que no me debía perder. Los españoles interpretaron un corto
pero sustancioso set que incluyó la que muy probablemente sea su canción más
famosa aquí en changolandia, ‘Nunca ganaremos el mundial’. El quinteto se veían
complacido con la respuesta del público e incluso el cantante, Jorge Martí,
decidió meterse entre la gente a cantar. Mi única queja es que no tocaron ‘La
Edad de oro’, con todo y que la pedí a gritos y en repetidas ocasiones (estoy
seguro que todos los que están leyendo esto están muy acongojados por este
acontecimiento).
La Habitación Roja - Jorge Martí |
Poco después,
el escenario principal fue testigo de las Dum Dum Girls (que de alguna forma siempre
se me han hecho como The Bangles, pero modernas; igual de guapotas pero mucho
más ruidosas ¡Yeah!). Su actuación fue sobresaliente no sólo por la calidad
interpretativa, sino porque llenaron el espacio con mucho más de lo que cualquiera
hubiera imaginado. La forma en que salieron vestidas, todas de negro y ropa muy
chic, les daba un aire vampírico; eso, más la forma en que se movían sobre el
escenario resultó francamente hipnótico. ¿Qué hay mejor que unas mujeres que
sabe rockear?
El cierre
fue inesperado y glorioso gracias a que tocaron “There Is a Light That never
Goes Out”, original de The Smiths.
Por cierto,
para mí que Malia, la bajista, se ganó el título de la reina del primer día del
Corona Capital y no es por nada pero no me importaría invitarle un helado
cualquier día de estos, es más, en una de esas hasta le pongo casa
Dum Dum Girls “There Is a Light That
Never Goes Out”
Eran
alrededor de las 16:00 y el sol caía con fuerza, por lo que ir a ver a DieAntwoord a la carpa del Corona Bizco Stage parecía ser la opción más sensata. Nada
más alejado de la realidad ya que si bien uno se protegía de los rayos solares,
uno no podía controlar el calor humano de todas las personas que retacaron el
lugar.
Por otro
lado, el show de este dúo sudafricano resultó ser uno de los espectáculos más extraños
y grotescos que he presenciado en toda mi vida… Y a la gente le encantó. A
pesar de salir a escena con un retraso considerable, todos aullaron ante la
alucinante presencia de Ninja y Yo-Landi, así como no dejaron de brincar y alzar
la mano al ritmo de sus rimas hip-hoperas y beats techno. Para entender mejor
de qué se trata el rollo de esta banda les recomiendo que vean el siguiente
video y no pierdan el detalle del inflable de Gasparín, el fantasma amigable, y
su pequeño amigo.
Die Antwoord “I Fink U Freaky”
Poco
después, el escenario Corona Light fue testigo de la presentación de TheWalkmen. Esta banda, que bajita la mano ya tiene siete discos en su haber,
demostró gran maestría y clase sobre el escenario. Algo que me llamó mucho la
atención fue cómo, por un lado, la parte instrumental puede sonar tranquila y
contenida; mientras que, por el otro lado, la voz de Hamilton Leithauser transmite
una sensación de enojo y desesperación que, lejos de pelearse, se complementa
muy bien con el sonido del resto de la banda.
El primer
momento retro de la velada llegó a con la presentación de The Wallflowers. Yo
solo conocía tres de sus canciones pero debo decir que disfruté casi todo el
concierto. Los toques de rock sureño y el sonido del órgano le imprimieron un
toque distintivo a la presentación. La única excepción fue una canción nueva, onda
funk, llamada “Reboot The Mission” que está bastante piñata y rompió con el
ambiente hasta entonces erigido.
Un par de
observaciones más. La voz de Jakob Dylan me recordó por momentos a la de su
papá, lo cual no me parece necesariamente malo a pesar que algunos puedan decir
que esto demuestra falta de originalidad. Por último, nunca creí que “One
Headlight” me fuera a encender tanto, no sé por qué pero algo se prendió dentro
de mí y me hizo inmensamente feliz (y estoy seguro que a muchos de los
presentes también).
The Wallflowers |
Eran pasadas
las 19:00 y comenzaba a sentir el cansancio de un día muy ajetreado. El
siguiente nombre en mi lista era el de Cat Power. Ir hasta ella al el escenario
Capital implicaba cruzar todo el lugar (lo que equivale a diez minutos
caminando a paso apresurado). Necesitaba tomar una decisión ejecutiva. Decidí
descansar un poco y quedarme a ver a Iron & Wine de quienes apenas había
escuchado su nombre. Ya después me enteré que este acto no es un grupo, sino el
nombre artístico del cantautor Samuel Beam. Sus apacibles rolas, mezcla de folk
y blues, sirvieron para tumbarme sobre el césped y descansar el cuerpo mientras
esperaba por la recta final del primer día de actividades.
The Kills llegó
y golpeó con la fuerza de una locomotora en un recorrido que toco las diferente
paradas musicales del dúo. Y es que no se puede esperar menos cuando se tiene
enfrente el talento de Jamie Hince y la inigualable presencia escénica de Alison
Mosshart. Cuatro percusionistas que se actuaban como autómatas complementaron
la alineación sobre el escenario y ayudaron a crear un ambiente muy peculiar.
Los primeros eran pura crudeza y suciedad, mientras que los segundos aportaban
un elemento marcial e incluso solemne. Es difícil expresar lo que sentí durante
la presentación, pero se asemejó a una mezcla de oscuridad, rabia, arrogancia y
euforia, todo al mismo tiempo. Después de todo The Kills es un bálsamo contra
la conformidad.
The Kills - Jamie Hince |
The Kills -Alison Mosshart |
Suede cerró
la actividad del escenario Corona Light con un set digno de un disco de grandes
éxitos. La respuesta y asistencia de la gente no fue lo que yo esperaba e
incluso Brett Anderson, el carismático líder de la banda londinense, se notaba
desesperado por momentos e incitaba a los presentes a despabilarse. Por un
lado, creo que el cansancio de pasar un día bajo el sol hizo mella en algunos
asistentes y los amodorró. Adicionalmente, es muy probable que muchos
asistentes hayan preferido ir a ver a los de Franz Ferdinand (quienes con esta
llevan cuatro visitas al país) en lugar de a los de Suede (pilar del britpop,
quienes nunca había venido a México y quién sabe si vuelvan a hacerlo) lo cual
ayuda a explicar la buena, mas no extraordinaria, asistencia. Las canciones más
celebradas por el público fueron “Trash” y “The Beautiful Ones” (aunque
personalmente preferí “Metal Mickey”).
En fin, ver
a Suede fue como un sueño hecho realidad, además que me llevo el grato recuerdo
de haber estado a escasos centímetros de Brett Anderson cuando se bajó del
escenario a cantar cerca del público.
Suede “So Young” y Metal Mickey”
Los suecos
de The Hives dieron cerrojazo a la actividad de los grupos importantes.
Enfundados en frac y con las pilas completamente cargadas se dedicaron a tocar
de forma desenfrenada y por momentos daban la impresión que sufrían un ataque
epiléptico. La autonombrada ‘mejor banda de rock del mundo’ sufrió en algunas
ocasiones para mantener la energía del respetable y es que definitivamente la
gente se encontraba agotada después de un día lardo de actividades. Sin
embargo, la interacción de Howlin’ Pelle Almqvist con el público ayudo a que no
decayera el ánimo.
The Hives “Hate To Say I Told You
So”
Era cerca de
la media noche cuando se escucharon los últimos acordes de “Tick Tick Boom”, la
última canción de la jornada. Había llegado la hora de regresar a casa. Un rio
de gente se apoderó de la pista del autódromo. Algunos apresuramos el paso para
llegar a nuestros corceles motorizados y salir lo antes posible. Otros llevaban
un paso lento o de plano se detenían a intercambiar impresiones, comprar algún
suvenir o esperar a alguna persona. La mayoría de la gente parece contenta. Creo
que le podemos dar una calificación aprobatoria a este día. ¿Qué sorpresas nos
esperan mañana?
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