Es posible
que ustedes no se hayan enterado porque estaban haciendo compras de pánico para
el Día de las Madres (hijos mal agradecidos) o porque estaban buscando dónde
conseguir un arreglo floral que no les saliera en un ojo de la cara (hijos
marros), pero, por si ustedes no los sabían, el viernes pasado (9 de mayo) el
heroico e incorruptible cuerpo de policía de Changotitlán implementó un
operativo de búsqueda y cerró algunas calles de la Colonia Hipódromo Condesa ya
que algunos vecinos reportaron haber visto a cuatros monos deambulando por la
zona. La policía, como de costumbre, lo único que consiguió fue entorpecer el
tráfico y no dio con la banda de primates forajidos que presumiblemente había
llegado de un vuelo procedente de Japón. Los que se propusieron y sí lograron
dar con estos micos fue un grupo variopinto de civiles, en su mayoría
inadaptados sociales, entre los que se podían encontrar algunos darketos, punketos,
fresi-hipsters, pseudo-amish, ancianos precoces, fisicoculturistas, hombres x y
uno que otro despistado que no tenía idea de qué hacía pero se quiso unir a la
muchedumbre. Poco después de las 9 de la noche los macacos fueron acorralados
dentro de las instalaciones de El Plaza Condesa. Para no espantarlos y evitar
su inminente huida la gente guardó un silencio de tintes solemnes. Por momentos
los changos parecían no darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Rara vez
volteaban a ver a sus perseguidores y más bien parecían enfocar su atención al
suelo o a los instrumentos dispuestos en el interior en el lugar, mismos a los
que se aferraban forzudamente como si de ello dependiera su existencia. Es difícil
decir con precisión qué pasaba por su mente en esos momentos. A ratos se
comportaban de forma relajada y dulce, pero, al igual que un rio que atraviesa
por remansos y rápidos violentos, ellos se transformaban en un torbellino
estridente de consecuencias impredecibles (más o menos como los simios de “28
Days Latter”). Los testigos afirman que lejos de asustarse quedaron absortos,
hechizados, embobados. El único sonido que rompía con ese trance era el clic de
alguna cámara que alguna persona sacó para llevarse algún recuerdo o tal vez para
convencerse más tarde que esto no era un sueño y realmente estaba pasando.
Quizá fue esta misma razón la que hizo que una hora y minutos después la gente
explotara en aplausos. Los monos, como era previsible, se vieron sorprendidos y,
después de abrazarse para decirse que todo estaba bien, huyeron del lugar.
Nadie los ha vuelto a ver desde entonces, pero sus huellas perduran.
1. Yearning
2. Dream Odyssey
3. Pure as Snow (Trails of the
Winter Storm)
4. Kanata
5. Ashes in the Snow
6. Halcyon (Beautiful Days)
7. Everlasting
Light
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