Las últimas dos semanas han sido tremendamente pesadas. Mucho trabajo y
una amplia variedad de compromisos me han dejado agotado y sin tiempo para
hacer una de las cosas que me gusta más, escribir este blog. Entre las cosas
que he dejado en espera está la reseña de un par de conciertos. Uno de ellos es
el del oriundo de Sarajevo, Goran Bregović, el cual tuvo lugar el pasado 18 de
octubre en El Plaza Condesa de la gran Changotitlán. Podría hacer como que no
pasó nada, como si el concierto hubiera sido ayer y escribir la reseña. Pero la
idea me hace sentir como si estuviera haciendo trampa. Siento como si quisiera
anunciar, como gran novedad, la invención de la rueda o que los políticos
mexicanos son una bola de rateros, inútiles y corruptos... Así que voy a evitar
caer en ese triste escenario y asumiré la consecuencia de mis actos. Ergo, me
voy a perder la oportunidad de comentar varias cosas de ese excelente concierto,
por ejemplo:
Confesar que compré mi boleto sin tener la más mínima y remota idea de
quién era Goran Bregović, pero me latió el nombre porque me recordó a la música
que sale en la película de “Underground”.
Aceptar que, después de tener mi boleto y hacer una breve
investigación, me di cuenta que Goran, en efecto, participó en la banda sonora
de la película antes mencionada.
Que el lugar donde fue el concierto estaba a reventar y se podían ver
desde niños en edad de pintar con crayolas, hasta gente que pintaba su cabello
para ocultar sus canas.
Lo sorprendente que fue la apertura del acto, cuando dos de los músicos
de esta ‘banda de bodas y funerales’ partieron plaza y atravesaron la explanada
donde estaba parado el público.
Lo explosivo que fue el concierto. Desde la canción abridora (“Gas Gas Gas”), hasta la ya clásica, “Kalashnikov”, que cerró la noche.
El emotivo homenaje a Cesária Évora cuando interpretaron “Ausencia”.
Lo simple que fue el escenario y la iluminación, con los nueve músicos parados (o sentados, según el caso) codo a codo, a lo largo del escenario, iluminados por unos sencillos reflectores de luz blanca.
Lo feliz que me hizo reafirmar que lo más importante en un concierto es
la música; no las luces, no si hay fuegos artificiales o el tamaño de la
producción o lo vistoso de las coreografías o cuántos cambios de vestuario hubo…
Mi sorpresa al enterarme que Goran colaboró con los Gipsy Kings en un
par de canciones (mismas que, por cierto, tocó esa noche en un español que apenas
y se entendía).
Mi goce al escuchar la canción en la que colaboraron con Gogol
Bordello.
Lo surrealista que fue ver a tanta gente comportándose como locos, con
más entrega que en muchos conciertos de rock, ante un tipo de música que, si
bien es bastante rápida y energética, uno no relaciona con tanta firmeza a ese
tipo de conducta maniática.
Expresarles lo feliz que me hizo ir al concierto, tanto por la música,
la energía de la gente y la compañía de esa noche.
Recomendarles que vayan a ver a este changuito y su banda de orates en
cuando tengan la oportunidad.
Y por último, presumirles que tomé unas fotos bastante cotorras, de las
cuales la que más me gustó fue esta.
Goran Bregović y su banda de bodas y funerales México, D.F. 18 de octubre 2013 |
P.D.
Por cierto, saliendo del concierto me encontré con que estaban
desalojando los bares contiguos a El Plaza Condesa. Al parecer había temblado.
Llegando a mi casa busqué información al respecto en los sitios de internet de
algunos diarios nacionales. Ninguno mencionaba el temblor… En mi mente fuimos
nosotros, los que fuimos a ver a Goran Bregović y su banda de bodas y funerales,
los que hicimos que el suelo cobrara vida.
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