A mí me
gusta escuchar a Paté de Fuá. Creo que son muy originales y su combinación de
ritmos poco comunes (pasodoble, tango, dixieland, etc.) los hace resaltar en
una escena musical generalmente dominada por guitarras eléctricas y ritmos
salidos desde las frías entrañas de una computadora. Sin embargo, tengo un
ligero problema con este grupo. Básicamente me pasa lo mismo que cuando escucho
a Bjork, me canso después de escuchar algunas canciones, por lo que nunca
termino de escuchar un disco. No es que me desagrade la música, al contrario,
como ya lo mencioné antes, me gusta bastante, simplemente mi mente comienza a
ponerse ansiosa, hasta que finalmente comienzo a escuchar otra cosa
(generalmente algo más ruidoso y caótico), para después regresar a Paté de Fuá
con la esperanza de esta vez terminar de escuchar el disco.
Es así que
cuando compré mi boleto para ver a Paté de Fuá en El Plaza Condesa el pasado 16
de febrero, mi mayor miedo fue verme en la penosa necesidad de salirme del concierto
para tomar un respiro y despertarme un poco. Nada más alejado de la realidad.
El concierto
comenzó poco después de las 9:40. Bueno, tal vez un poco después, no estoy muy
seguro. Lo que sí recuerdo con claridad fue que había muchas parejas acarameladas
en el lugar (¿secuela del 14 de febrero?) y que la música ambiental estaba
bastante cotorra, puras canciones en francés con una onda retro (ya ni quien se
acuerde de Florence Cassez ni de la francofobia).
En fin, el
concierto comenzó y mi miedo a salir despavorido del lugar se disipó
rápidamente. Si algo me quedó claro fue que Paté de Fuá es un grupo que se debe
disfrutar en vivo. No sé exactamente lo que me pasó, pero repentinamente me
encontré hipnotizado por lo que escuchaba y veía. No sólo son excelentes
músicos, sino que tienen una gran presencia sobre el escenario. Cuando tocan en
vivo le imprimen una vitalidad e intensidad a las canciones que un disco difícilmente
puede capturar. Además, con ocho músicos sobre el escenario siempre hay un
lugar al cual dirigir la vista. Es evidente que cada uno de ellos tiene una
personalidad y habilidad distinta, pero a final de cuentas es como si cada uno
de ellos fuese la pieza de un rompecabezas que, una vez juntos, forman una
imagen coherente y llena de color.
Para los que
estén familiarizados con el material del grupo, el concierto se basó en puro
macanazo y una que otra sorpresa, como, “Te conozco mascarita”, canción que
estrenaron y que será parte del disco que tiene planeado lanzar en este año.
Paté de Fuá
“Te conozco mascarita”
Pero no todo
lo que tocó Paté de Fuá trató de personajes pintorescos, las ironías de la vida
y un omnipresente humor ácido. Hubo algunas piezas instrumentales, mismas que
fueron intercaladas con maestría y aportaron algunos de los momentos más alegres
de la velada.
Paté de Fuá “The pulent rag”
Dos horas
después de comenzado y después de muchas canciones recorridas, el concierto se acercó
a su irremediable final, no sin antes regalar a los asistentes clásicos como “Celoso
y desubicado”, “Invitación al vals” y una de sus primeras y mejores composiciones,
“El valsecito de Don Serafín”.
Paté de Fuá
“El valsecito de Don Serafín”
Cuando la
música terminó la gente parecía estar muy contenta y el grupo se quedó a firmar
autógrafos y. Yo me retiré del lugar con un muy buen sabor de boca.
Hasta donde
tengo entendido Paté de Fuá no tiene nuevas presentaciones programadas, pero
les recomiendo que los vayan a ver en cuanto tengan la oportunidad.
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