Todos hemos tenido días o rachas en las que las cosas simplemente no se
nos dan y la mala suerte nos acosa hasta en las actividades más insignificantes.
Por ejemplo, igual y tu torpeza a la hora de comer hace que derrames parte de
ese delicioso pozole que tanto te gusta y manches tu ropa. O a quién no le ha
pasado que después de invertir horas en un documento para la escuela o el
trabajo se va la luz y como no fuiste lo suficientemente desconfiado de la
compañía de electricidad, no salvaste el trabajo, perdiéndolo todo y tienes que
volver a escribir todo desde cero. Otra es cuando tienes una cita y vas a bordo
de tu corcel motorizado sólo para encontrarte con un embotellamiento marca
diablo causado por alguna manifestación o la calle se convirtió en una alberca
a causa de la lluvia o simplemente algún primate detrás del volante decidió
estacionarse en medio de la calle y no dejar pasar a nadie, ya que, desde su forma
de pensar ‘si no pasa él, no pasa nadie. En fin, el chiste es que después de
sortear el tráfico, idear nuevas rutas para llegar a tu destino, perderte a
causa de esa nueva ruta que probaste y llegar a tu meta solamente una hora
después de lo planeado, te hacen esperar y te hacer reclaman por tu falta de
seriedad.
Lo que es poco probable es que gente con el mismo apellido tenga una
semana de perros. Esto le pasó recientemente a un grupo de ilustres personajes
apellidados Armstrong.
El 23 de agosto, después de una larga y ardua lucha por tratar de probar
su inocencia por el supuesto uso de sustancias ilegales para mejorar el
rendimiento, Lance Armstrong decidió no seguir su disputa contra la agencia
antidopaje de los Estados Unidos, con lo que la USADA confirmó que el ciclista
estaba vetado de por vida y sería descalificado de cualquier competencia, con
el consecuente despojo de cualquier premio obtenido después del primero de
agosto de 1998. A mi me dio mucha pena escuchar esta noticia, ya que, aunque
nunca me compré una de las pulseras de Livestrong que tanto se pusieron de moda
hace ya algunos años y nunca tuve una exagerada devoción por este personaje,
las acusaciones se basaban solamente en testimonios y, hasta donde tengo
entendido, nunca se presento un prueba científica ligada al deportista.
Un par de días después, el 25 de agosto, para ser más exactos, el primer
hombre en caminar en la luna colgó su traje espacial. No recuerdo mucho de ese
evento, probablemente porque no había nacido, pero recuerdo como mi mamá me
platicó de cómo vivió esa experiencia. Básicamente toda la familia se reunió
frente a la televisión en completo silencio a presenciar ese evento histórico.
Toda la polémica que se suscitó después respecto a que si en verdad el hombre
caminó en la luna o si todo fue filmado en un set para películas carece de
importancia, Neil Armstrong es parte de la historia y eso es algo que difícilmente
podrán cambiar.
Las desgracias no son motivo de alegría ni de celebración, en especial
cuando le pasan a uno, y en más de una ocasión deberían servir como motivo de
reflexión. Yo, lejos de acongojarme o lamentarme por la muerte de Neil
Armstrong, recordé una canción que hace referencia a los viajes a la luna y a
ser la persona que queremos ser. De hoy en adelante esta será la forma en la
que recordaré a este astronauta.
Great Lake
Swimmers “See You On The Moon”
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