¡Por fin es
miércoles! Y en esta ocasión es un día muy especial. No es el típico miércoles
en el que uno se siente atrapado sin salida. Donde el descanso y reparo del fin
de semana ha quedado atrás, sustituido por cualquier número de preocupaciones y
emergencias fruto del trabajo diario. En un miércoles cualquiera el prospecto
del fin de semana parece muy lejano todavía. Da la impresión que vas caminando
por el desierto bajo el inclemente rayo del sol, persiguiendo un oasis que se
burla de ti alejándose cada paso que das hacia él. ¡Si tan sólo pudiera tener
un corcel negro que me lleve a toda velocidad a mi destino!
Pero este miércoles
es distinto. El orden de las cosas se modificó. Es como si alguien hubiera
viajado al pasado y, tras pisar una flor por accidente, cambió el curso de la
humanidad tal cual la conocemos. Cosas extrañas suceden. Por ejemplo, los
simios se apoderan del poder en algunos países o aviones desaparecen sin dejar
rastro, dejando la incógnita de si los sobrevivientes pudieran estar vivos en alguna
isla desierta... En el caso de México el panorama no es tan macabro pues pareciera
que el fin de semana se amplía. Ya no sólo hablamos de sábado y domingo. Hablamos
de jueves, viernes, sábado y domingo. ¡Todo es increíble gracias al Vive Latino!
Pero
mientras estamos pendientes de la cuenta regresiva final es necesario matar el
tiempo. Una recomendación es leer medios de comunicación arcaicos como los
blogs. Otra es ver películas. Pero como es muy probable que después de cuatro
días de roquear y patear traseros uno termine bastante gastado, pues hay que
ahorrar. La recomendación de su servidor ante semejante panorama es darle la
oportunidad a “Art Of Conflict”.
Avance de “Art Of Conflict”
“Art Of
Conflict” es un documental original de Netflix del no tan lejano 2012 que (en
teoría) sólo puede ser visto a través del susodicho servicio de streaming. Es
narrado por Vince Vaughn (lo cual es bueno saberlo pero no es lo más
importante). Y trata sobre la historia de Irlanda del Norte, la cual es retratada
a través de los artistas que plasman sobre la fachada de algunas casas su visión
de los hechos, los sentimientos de su comunicad y los valores en los que cree
la clase trabajadora.
Por muchos
años me dieron de comer una versión bastante blanco y negro sobre este
conflicto. Era claro quiénes eran los malos y quiénes eran los buenos. Sin
embargo, ver este documental me ayudó a conocer el origen de esta disputa, así
como la versión de los republicans (católicos)
y la de los loyalists (protestantes). Lo
cual ayuda a que cada quien forme su opinión en lugar que te la sirvan
pre-digerida.
Personalmente,
me queda claro que hay muchas tonalidades en esta disputa. Ambos lados han
sufrido y han hecho sufrir. Esto se refleja en los murales ya que, mientras algunos
claman por justicia social otros van más por lo paramilitar e intimidatorio. Como
suele ocurrir en este tipo de enfrentamientos muchos inocentes suelen salir
lastimados. Lo cual se convierte en sed de venganza que sólo es saciada con un
atentado igual. Lo cual, a su vez, se repite en el sentido contrario convirtiéndose
en un ciclo vicioso interminable. Nada pasa desapercibido y muy por el
contrario es recordado a través de los murales. Signos de advertencia a veces, homenajes
en otras ocasiones. Cicatriz en la memoria de una comunidad siempre. Algunos de
estos murales están muy bien hechos y son realmente artísticos. Otros son algo
primitivos y burdos, como hechos por un principiante. A final de cuentas lo que
realmente importa es el fin al que sirven, como testigo, como recordatorio,
como elemento de identidad y cohesión, como camino a seguir. Sin embargo, queda
una pregunta por resolver ¿Qué se debe hacer para lograr una paz duradera y
evitar que siga el derramamiento de sangre? Obviamente la respuesta no es
sencilla e implica que ambas partes cedan en algo ¿Eso incluye renunciar a su
memoria, destruir esos murales que se han convertido en parte de su identidad?
La respuesta está por escribirse (o pintarse en este caso).
El
documental, dirigido por Valeri Vaughn, hermana de Vince, está soportado por un
muy buen trabajo de investigación, una colección de imágenes completísima y una
edición que te mantiene siempre atento. Es una de esas películas que uno no imagina
que pueda ser tan buena, interesante y que te haga aflorar tantos sentimientos
a pesar de ser un tema que sucede en un lugar tan alejado de Changotitlán. Adicionalmente,
la banda sonora es de primer nivel. A pesar que proviene de géneros y épocas muy
distintas se amalgama y refuerza a la perfección el discurso presentado. Es
como si estas dos musas, la pintura y la música, se hubieran puesto de acuerdo para
ir a la misma manifestación y gritaran al unísono. Algunos de los grupos que
aparecen son:
Mark Ervine y Danny Devenny en su version del Guernica |
¡Que
comience la función!