Hace varios meses se anunció que el grupo inglés The Stone Roses daría
un concierto en el Palacio de los Deportes y que Jake Bugg sería el acto que
abriría la velada. Todo sonaba bastante bien. Un grupo que dejó una marca
indeleble en toda una generación de grupos ingleses venía por primera (y
probablemente última) vez a Changotitlán.
Por otro lado, una estrella naciente en el firmamento musical presentaría
su primer disco.
El día que las entradas salieron a la venta (6 de febrero) yo estuve
conectado a la página de Ticketmaster minutos antes de que los liberaran,
refrescándola cada pocos segundos, como si repitiera un mantra, como si fuese
una persona con algún desorden obsesivo compulsivo, como si mi vida dependiera
de eso… Todo terminó cuando apareció la pantalla indicando que ya estaban a la
venta. No quería correr ningún riesgo, así que me apresuré a comprar un par de boletos
¿qué tal que se acababan?
Un mes después (el 4 de marzo para ser exactos) se anunció que se
cancelaba la presentación de Jake Bugg, pero que la de The Stone Roses seguía
en pie. Nunca se dio una explicación.
Un par de semanas más tarde (el 19 de marzo) hubo otro anuncio. El
concierto cambiaba de sede. Del Palacio de los Deportes al nefasto Pepsi Center
WTC. Para entonces era un secreto a voces que la venta de boletos no iba muy
bien que digamos y eso motivó el ajuste. En vista de todo lo sucedido ¿sería
posible que se cancelara el concierto?
Los días pasaron junto con la angustia que alguna otra cosa mala pudiera
pasar. Sin embargo, no hubo otra noticia catastrófica e inesperada que
lamentar. Así fue como llegó el 9 de abril y la hora de ir al lugar del
concierto. Mientras manejaba rumbo al Pepsi Center WTC no dejaba de suplicar
que la pésima acústica del lugar no arruinara por completo el concierto (ya
había sufrido demasiado). ‘Por favor -me repetía- que lo arruine, pero solo un
poquito’.
El concierto comenzó poco después de las 21:20. La edad promedio del
público era de por lo menos treinta años, no exactamente uno pollitos de leche.
Es posible que algunos de los que querían ir tuvieran que trabajar o no tenían
con quién dejar a sus hijos. Si a eso le sumamos que la banda se disolvió en
octubre de 1996 (justo cuando comenzaban a trascender fronteras), no ha sacado
nada nuevo desde entonces y apenas se reunieron para este tour, pues no es tan
raro comprender porque el poder de convocatoria de este grupo de culto sea
limitado en este lado del mundo.
Durante la presentación el grupo se mostró con buen ánimo y dispuesto a
conectar con el público. Mientras Mani, Reni y John Squire hacían lo suyo
detrás de sus respectivos instrumentos; Ian Brown (el que canta, para los que
no lo ubiquen) recorría el escenario de un lado al otro, agitaba los cascabeles
en su mano, levantaba los brazos en señal de victoria, lanzaba algunas frases
en español y regalaba a la gente todo lo que estaba a su alcance y no estaba
atornillado al escenario (cascabeles, setlists, flores y hasta toallas fueron
objeto de la dadivosidad del rey mono). Este sencillo acto me pareció tener un
doble significado. Por un lado está el agradecimiento hacia el público que
seguramente esperó muchos años para vivir este momento. Por otro lado, me
pareció una forma de despedirse por siempre y dejar la mejor impresión posible
en todos los asistentes, los que lograron pescar algo y los que sólo veían obsequios
volar por el aire y caer a la distancia.
Por otro lado, algo que llamó mucho mi atención fue el juego de luces
que utilizaron que, aunque sencillo (básicamente eran columnas de de luces
monocromáticas), fue efectivo y ayudó a crear una atmósfera muy especial que a
la postre se convertiría en el marco de unas excelentes postales.
The Stone Roses en Changotitlán |
Las canciones que interpretaron fueron consistentes con lo que han
venido tocando en este tour, incluso en el orden en que aparecieron. El
concierto abrió de forma muy fuerte con “I Wanna Be Adored” y le siguieron una carretada
éxitos que dudo hayan decepcionado a los conocedores de The Stone Roses (si
acaso sólo faltó “Elephant Stone”). El momento más glorioso de la noche fue la
forma en que cerraron la noche con “Love Spreads”, “She Bangs The Drums” y “I
Am The Resurrection”.
Como era de esperarse el audio no fue de lo mejor y falló en algunas
canciones, en especial en “Waterfall” (la
voz de Ian Brown no se escuchaba y parecía que uno escuchaba un motón de ruido
sin pies ni cabeza). Pero esto no es algo que me sorprenda ya que el Pepsi
Center WTC me tiene acostumbrado a su paupérrima calidad.
A final de cuentas y a pesar de las limitaciones del lugar, el
concierto fue bastante bueno. Grandes canciones, conexión entre la banda y el
público, así como uno poco de nostalgia salvaron la noche.
Por último, aquí va la lista de las canciones que tocaron.
1. I Wanna Be Adored
2. Mersey Paradise
3. (Song For My) Sugar
Spun Sister
4. Sally Cinnamon
5. Ten Storey Love Song
6. Where Angels Play
7. Shoot You Down
8. Fools Gold
9. Waterfall
10. Don’t Stop
11. Made Of Stone
12. This is The One
13. Love Spreads
14. She Bangs The Drums
15. I Am The Resurrection
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