lunes, 14 de octubre de 2013

Duncan Dhu: en algún lugar de la Ciudad de México


El lunes pasado (7 de octubre) el grupo español Duncan Dhu se presentó en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Me hubiera gustado escribir esta reseña hace algunos días y siento que me ha tomado una eternidad hacerlo. Aunque, ahora que lo pienso, no es nada comparado con los 14 años que el grupo tardó en regresar al país donde lo imposible se hace posible.

Recientemente se editó en México un disco de grandes éxitos de la banda. El booklet que acompaña a la recopilación incluye un texto exquisito, a cargo de Jesús Rodrígez Lenin, en el que se explica la razón por la que el dúo español volvió a unirse. La parte romántica del cuento señala a México como cómplice en este reencuentro, la celestina, por llamarlo de alguna forma.

“La idea vino de América –explica Diego–. Warner México quería sacar un disco recopilatorio, porque nunca se había hecho allí y así empezó la cosa. La compañía nos pidió una canción nueva para darle un poco más de aliciente y al final nos animamos…”

En este texto también se pregunta si las nuevas generaciones sienten nostalgia por Duncan Dhu. La conclusión es que no, no se puede sentir nostalgia por algo que no se ha vivido. Y si no se tiene nostalgia por algo que no se ha vivido y, además, ha estado alejado por más de una década, pues es de esperar que no exista un cambio generacional en la audiencia que los sigue.

Es así como la mayoría de las personas que fuimos al recital no nos ‘cocíamos al primer hervor’. A duras penas y conté a un puñado de pubertos que si acaso llegaban a los 18 años. Se notaba que buena parte del respetable apenas había salido del trabajo y no les había dado tiempo de cambiarse el traje. El mayor signo de rebeldía parecía ser no usar corbata. En cierta forma era como estar en una comida familiar en compañía de tus tíos y tus primos ‘los grandes’. El lugar (en el que caben alrededor de 10,000 personas) tristemente no se llenó, lo que me causó cierta tristeza y desconcierto. ¿Cómo es posible que el lugar no estuviese a tope con el regreso, casi milagroso, de uno de los grandes del rock en español? ¿Será que en alguna parte del camino lo que escuchaban a la banda olvidaron lo que significa sentirse vivo escuchando sus canciones? ¿Son muy mainstream o les hace falta usar el típico bigote hipsteriano para que esta tribu de moda los tome en cuenta?

El concierto abrió con el tema inédito “Cuando llegue el fin”. Me sorprendió que la gente se quedara sentada en lugar de salir disparada como si sus piernas fuesen resortes (aunque debo admitir que me ganó la mentalidad de masa y también permanecí sentado).

Posteriormente, los presentes escuchamos macanazo tras macanazo, digan el nombre de algún éxito de Duncan Dhu y es muy probable que lo hayan tocado. ¿”Cien gaviotas”? Sí. ¿”Jardín de rosas”? También. ¿”Esos ojos negros”, La herida”, “La casa Azul”, Entre salitre y sudor” “No puedo evitar pensar en ti”…? ¡Simona la cacariza! Adicionalmente, la ejecución del grupo fue irreprochable y recompensada al final de cada canción con aplausos y música de viento. La cosa empezó a cambiar, para bien, allá por la mitad del concierto, cuando sonaron los primeros acordes de “Una calle de París”. Aplausos marcando el ritmo y voces coreando la canción le siguieron.

Duncan Dhu “Una calle de París”


Quien se llevó buena parte del cariño de la gente y fue invocado en repetidas ocasiones fue Diego Vasallo, quien sorprendió a más de uno (a mi por lo menos) con su cantar aguardentoso y oscuro que encontré fascinante. Una de las canciones que más me gusto fue “Lobos”, que justamente corrió a cargo del bajista antes mencionado. Lo hermoso fue no sólo el tratamiento de la voz, sino también la forma en la que la interpretaron y renovaron (porque hay que decir que los muchachos se esmeraron en darle un retoque a parte de su repertorio) haciéndola tremendamente emocionante y contundente.

Duncan Dhu “Lobos”


Una de las mejores canciones que se han escrito en la historia de este planeta también estuvo presente. Sí, le atinaron: “En algún lugar”. Y aunque hubiese preferido la versión original, no puedo negar que comencé a sentir como una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo mientras comenzaba a escuchar los primeros acordes de la canción. Además, puedo decir, con mucho orgullo, que se me cumplió un sueño de hace mucho tiempo. Escucharla en vivo.

Duncan Dhu “En algún lugar”


Como ustedes sabrán (o habrán podido darse cuenta por los videos insertos) el grupo tiene un sonido influenciado por el rockabilly y la melancolía emanada del country. Por si esto fuera poco, también tienen una que otra canción empalagosa, que si bien no son de mis favoritas, si vienen de ellos suenan bastante bien. Un buen ejemplo es “A tu lado” (que curiosamente mucha gente tiene la idea que se llama “Pienso en ti”).

Duncan Dhu “A tu lado”


Ya para terminar y a pesar de sonar sangrón, he de agregar que el concierto duró no sé cuántas horas y el grupo tocó no sé cuantas canciones... Ustedes me disculparán, pero la verdad es que perdí la noción del tiempo. Pero si me hacen manita de puerco les diría que fueron algo asó como dos horas y alrededor de 25 canciones. Y si mal no recuerdo cerraron con “Mundo de cristal”.

Duncan Dhu “Mundo de cristal”


P.D.
Eventualmente, ya en la recta final de la velada, la mayor parte de los presentes decidimos olvidar la solemnidad y nos animamos a levantarnos de nuestro asiento. Y la vida comenzó a tener más sabor.

No dejen de rockear y de patear traseros.

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