sábado, 30 de mayo de 2009

¿Cómo no te voy a querer?


Sólo unas cuantas personas lo saben, pero desde hace 13 años yo he asistido puntualmente a los partidos de PUMAS en el Olímpico Universitario. Sacando cuentas rápidas, esto se traduce a cerca de 300 partidos. En ese tiempo me he perdido poco menos de 10 partidos. Yo y mi papá los acompañamos a todos los partidos que jugaron en Querétaro cuando el Olímpico Universitario cerró por la huelga en la UNAM hace ya diez años. He dejado de ir a conciertos y reuniones con mis amigos con tal de apoyar a mi equipo. Incluso, en una ocasión, cancelé una cita con una niña que me gustaba mucho porque yo quería ver un partido de mis admirados PUMAS (no es de sorprender que después de esto esta mujer nunca más me volvió a hablar).

He estado con ellos, como fiel seguidor, en las buenas y en las malas, en la victoria y en la derrota, bajo lluvia o sol, día o noche, en cualquier día de la semana. Fui, soy y seré PUMA porque ellos me han dado algunas de las mayores satisfacciones de mi vida. Gracias a ellos conocí la felicidad encarnada en la forma de un ardor de manos después de aplaudir ininterrumpidamente o cuando se te desgarre la garganta de tanto gritar gol… Ahora que lo pienso bien, creo que mi afición por el equipo es la relación social más longeva que he tenido en toda mi vida…

Algo que es curioso, es como uno se hermana con la institución y busca hacer cosas para que, aunque sea en nuestra mente, podamos sentirnos como una parte que coadyuva a la consecución del bien más deseado, la victoria de nuestro equipo. Personalmente tengo algunas cábalas (mi lado más supersticioso e irracional) que según yo sirven para mantener constante la ecuación del éxito cada vez que tenemos una buena racha. Por ejemplo, en los últimos partidos del torneo y en todos los de la liguilla usé la misma ropa todo el tiempo; no los lavé una sola vez, para que no se le fuera a ir la buena suerte. Otras cosas que hice incluyeron: rasurarme horas antes de cada partido (para que vean que no soy tan cochinón); nunca di un pronóstico respecto al marcador (por eso que del plato a la boca se cae la sopa); en el estadio me sentaba en el mismo lugar, en la misma posición y cuando iba en mi coche rumbo al estadio escuchaba la misma música, Entre Ríos.

En fin, no sé qué más les pudiera decir.

¡Somos campeones!


No dejen de rockear y patear traseros (así como le hacen los PUMAS).
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1 comentario:

Salvador dijo...

Ya estaba esperando este post... GOYA!!!!